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The Legend of Zelda: Breath of the Wild

The Legend of Zelda: Breath of the Wild - impresiones Switch

Jugamos a la nueva versión y comparamos lo que hemos visto y sentido con lo que nos transmitió Wii U hace algo más de seis meses.

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Despierta Link, ha llegado la hora de protagonizar de nuevo el estreno de una consola. Como ocurrió entre Gamecube y Wii, Nintendo ha decidido retrasar el lanzamiento de un The Legend of Zelda creado para una sobremesa de poco éxito y redoblar con su estreno simultáneo en su sucesora. En esta ocasión se trata de The Legend of Zelda: Breath of the Wild, que pasa de Wii U a la nueva Nintendo Switch el próximo 3 de marzo.

El título lo conocemos desde años y en Gamereactor ya lo hemos jugado en varias ocasiones, por lo que os pedimos que nos permitáis no detenernos demasiado en los conceptos y mecánicas básicas. Hay que saber que estamos ante un título de mundo abierto y único que un Link que ha perdido la memoria puede recorrer de forma totalmente libre, siempre y cuando tenga la fuerza, el equipamiento o los conocimientos para moverse por esos lugares. Su gran arma en este caso es la Piedra Sheikah (la tableta es una clara referencia a las pantallas portátiles de Wii U y Switch), que sirve para interactuar con objetos y también para ejecutar un poder de magnetismo que es casi telekinesis.

La demo del evento de Londres es un calco de la demo del pasado E3 2016, y por lo poco que jugamos no podemos decir si tenía algún elemento de contenido extra o no. Arranca desde el principio de la historia, con Link dormido y casi desnudo en una cueva. Al escuchar una voz, la de la princesa, que por primera vez hemos escuchado doblada al español, se despierta, se viste con lo que encuentra en un par de cofres, recoge su tableta y sale a ese vasto mundo a hacer lo que el jugador le mande. Esta vez decidimos pasar del viejo e ir directamente a explorar y a combatir, porque realmente lo que nos apetecía era poner a prueba técnicamente el título.

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The Legend of Zelda: Breath of the Wild

Exponerse a la primera luz del sol desde el saliente de la montaña sigue siendo igual de sorprendente que la primera vez, como si no nos acostumbrásemos a que este Hyrule destruido sea tan amplio y verde. Pero ahora es un poco más espectacular gracias al aumento de la nitidez de imagen que permite la resolución 900p y también a una mejora notable de la distancia de dibujado. Aunque en ambos casos estamos frente al mapa completo, en la nueva versión se aprecia con más claridad qué es lo que hay al fondo, con menos nubes y nieblas tratando de disimular lo que espera allá.

Dando un paseo hasta la pradera en la que está el Templo del Tiempo destruido tienes tiempo de sobra para comprobar otra de las diferencias, que es un aumento de la calidad de las texturas de los objetos. Pero, sin lugar a dudas, el cambio que más me ha gustado y quizá el único significativo es la fortaleza de los colores. Cuando vimos por primera vez Zelda: Breath of the Wild en Wii U nos dejamos cautivar por esa templanza en los matices, sin embargo ahora que se ha dejado ver con verdes y marrones más duros creo que estábamos equivocados. En este caso, habrá gustos para todo.

The Legend of Zelda: Breath of the Wild
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Este cambio de tonalidad es lo único que permanece cuando sacas Nintendo Switch de su dock, que le hace correr a 900p, y juegas sobre la pantalla de la consola portátil. En las 6,2 pulgadas corre a 720p, igual que en Wii U en la tele (480p en el GamePad), y los detalles se pierden en el tamaño. Teníamos dudas si iba a ser suficiente para jugar, pero la posición de la cámara casi siempre cerca de Link permite tener bastante control sobre el entorno cercano, aunque perdamos la referencia de la distancia un poco más. Para eso están las balizas de señalización, por otra parte. La posición de las manos sobre los sorprendentes Joy-Con es natural y la configuración de botones, la corriente, hace que jugar de esta forma vaya a ser mucho más común de lo que parece.

Hay que mencionar algo que realmente no afecta demasiado, pero que fue comentado por Eiji Aonuma en la presentación americana. Los tiempos de carga en la versión de Switch son inferiores gracias al formato cartucho, aunque en este título en el que el mapa se carga de una vez (y luego a tramos por streaming) son contadas las ocasiones en las que tienes que esperar frente a una pantalla en negro.

Sabemos que el tráiler dejó malas sensaciones entre algunos espectadores, que en pantalla se notaba visualmente áspero. Pero la realidad es que The Legend of Zelda: Breath of the Wild ha mejorado con el port a pesar de no ser más que eso, una mera adaptación a partir de un título creado por y para otra máquina. Las diferencias que hemos comentado son visibles y apreciables, no hace falta tener ojo clínico para comprobarlo, pero no dejan de ser matices que no afectan en absoluto a la experiencia y que no deben influir en la decisión sobre si comprarlo en una consola o en la otra. Importan más dos factores como son tener ya o no comprada la vieja consola o poder jugar en modo portátil en Nintendo Switch. En una o en otra, sigue apuntando a ser uno de los grandes títulos a seguir en 2017.

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