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Dragon Quest Builders

Análisis de Dragon Quest Builders

Esto no es un clone de Minecraft, esto es mucho más.

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Cuando Minecraft arrancó en serio fue un éxito tan grande que no es solo que aparecieron multitud de clones tratando de replicar su estilo de mundo abierto y transformable a base de cubos, es que al final se ha convertido en un subgénero de la aventura por sí mismo. Por eso, cuando Square Enix presentó Dragon Quest Builders como parte de su línea por el 30º aniversario de la serie, lo primero en lo que pensamos la mayoría fue, "otro más". Por suerte, este juego es más que un clon, es mucho más.

La mayor diferencia entre uno y otro es la historia. Los hechos de Dragon Quest Builders transcurre en Alefgard, es decir, en el mundo donde empezó todo. De hecho, la misión principal del jugador es reconstruirlo para que alcance esa gloria que tenía antes de que el Señor de los Dragones, el primer malo, arrasara con todo. Hasta aquí podemos leer porque no queremos destripar ni un ápice de la trama, pero os aseguramos que os va a gustar, especialmente si conocéis lo que ocurrió en el primer título.

Las primeras horas de partida son en realidad un tutorial en el que debes aprender las mecánicas básicas de juego, desde cómo construir una habitación o lo que debe tener una cocina al sistema de defensa de la ciudad. Hay mucho que aprender pero está tan bien diseñado que funciona muy bien y no te aburre, a pesar de que te lleva todo el tiempo de la mano en tus primeros pasos.

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Dragon Quest Builders
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La tuya no es la única localización que vas a tener que reconstruir en el juego. En el camino te vas a encontrar con otros pueblos y ciudades que también necesitan que les eches una mano, qué menos para un juego en el que controlas el terreno. Una vez que la base ha sido recuperada empiezan a llegar habitantes, personajes NPC con mil historias que contarte y, sobre todo, tareas que encargarte a cambio de algunos premios e incluso también de un buen servicio, como cocinar para ti. Así, la trama va avanzando poco a poco. Otro aspecto de agradecer es la facilidad para crear. Con tan solo coger recursos y materiales vas viendo sus posibilidades, y lo que al principio no es más que un cursillo de albañilería acaba convirtiéndose en una adicción, sobre todo cuando vas viendo que va cogido un tonillo a los Dark Cloud muy molón.

Pero desarrollar tu entorno también tiene un aspecto negativo, y es que llamas la atención de los malos y especialmente del señor del terreno. Los monstruos básicos van a atacar varias veces en el transcurso de cada capítulo y no solo hay que acabar con ellos por el bien de los tuyos, es que algunos vienen con un teleportal que es la llave de entrada a zonas nuevas. Cada área tiene una temática y un aspecto distinto para que el juego no pierda interés, aunque sean las típicas como desiertos, ríos, páramos helados o prados, pero son importantes porque ofrecen sus propios recursos y materiales.

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Una vez que la ciudad está completamente terminada y todas las misiones han sido satisfechas, es el momento de enfrentarse al jefe. Esta es una de las mejores partes del título, tanto por su diseño estético como de comportamiento. No puedes tirarte de cabeza a por ellos, hay que hacerlo de forma pausada y leyendo sus patrones para decidir qué estrategia va a funcionar mejor. Además, en ese mismo instante vas a sufrir ataques en tu base que deberías atender, aunque la realidad es que puedes ignorarlos y sencillamente reparar los destrozos más tarde, un pequeño fallo de consistencia en la idea.

Porque aunque la influencia Minecraft se vea en su piel, el corazón de Dragon Quest Builders es de RPG. Es cierto que el personaje no sube de nivel, pero ya lo hacen los edificios en su nombre. Porque el objetivo no es que el protagonista sea quien mejore sino que lo haga toda la población al son. Son momentos que dedicar a la evolución, a la creación de armas y armaduras más poderosas, a aumentar la barra de vida con las Semillas de vida que has ido recogiendo previamente y a explorar las misiones secundarias a las que se puede acceder solo cumpliendo determinadas condiciones.

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Solo cuatro capítulos marcan la estructura del juego, pero todos ellos son bastante largos. Square Enix no se ha quedado corta en contenido orientado y eso se nota al estar a punto de acabar un capítulo. Cuando parece que ya está todo y empieza la evaluación aparecen nuevas tareas que son necesarias para hacer el 100%. Son retos más concretos que pueden tener que ver con construcción, con combate o con tiempo, ya que existen los días de juego internos. Al final nos dejamos unas 50 horas y no estábamos cerca de completarlo.

Pero más allá del modo historia, que está muy bien, no podía faltar un modo de uso libre del mundo tan propio de este subgénero que aquí se ha llamado Terra Incognita. En este caso no hay que preocuparse de sufrir ataques en tu territorio mientras estás construyendo, "es casa", pero allá donde te lleven los teleportales esperan kilómetros y kilómetros de extensiones con tantos recursos como enemigos. Puedes pasarte las horas que quieras construyendo lo que te venga en gana siempre y cuando vayas a por lo que necesitas. Por supuesto, puedes compartir todas las construcciones online para que otros jugadores vean cómo matas el tiempo.

Hay algo que parece que siempre queda bien en un Dragon Quest, es que el apartado artístico. El estilo de dibujo de Akira Toriyama vuelve a brillar una vez más, tan bello y llamativo como siempre, y además tiene la virtud de sobrevivir al tiempo con más soltura que los juegos que persiguen un enfoque realista. La banda sonora, por otro lado, es maravillosa. Koichi Sugiyama y su equipo han creado piezas para cada base y para cada zona que te acompañan en todo momento con la intensidad merecida.

Pero todos estos elogios no quieren decir que el juego sea perfecto. Square Enix se ha dejado algunos errores, especialmente en lo que se refiere al combate y al posicionamiento de bloques. Y podrían ser dos fallos muy gordos porque están en el núcleo del título pero por suerte no es para tanto. Al primero le falta profundidad, de hecho hay enemigos contra los que solo sirve abalanzarse sobre ellos hasta verles morder el polvo y otros contra los que es mejor atacar y retroceder, pero nada más. Es bastante común pero se hace más complejo por la falta de un sistema de marcado y seguimiento de objetivos y también alguna forma de esquivar. En cuanto a la colación de bloques, el sistema es algo confuso al principio y cuesta cogerle el punto, pero por suerte es algo que se aprende con el tiempo. Aun así, para este tipo de juegos debe ser una prioridad.

Al final, Dragon Quest Builders resulta ser un juego adictivo, divertido, precioso y colorido que va a gustar tanto a los fans que llevan 30 años o alguno menos con la franquicia y también a los que se estrenen siguiendo la moda de Minecraft. Es cierto que toma muchos de sus mecanismos, pero es para aplicárselos a su corazón de RPG. Por todo, esos fallos que acabamos de mencionar quedan minimizados. Nos hemos quedado gratamente sorprendidos con este juego, sobre todo con lo que engancha, porque es mucho más que un clon, tiene un alma propia.

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09 Gamereactor España
9 / 10
+
El estilo artístico de Toriyama brilla como de costumbre y su banda sonora es maravillosa, una historia a la altura que los fans van a agradecer, adictivo, con mucho contenido y con un modo Terra Incognita brillante.
-
El sistema de combate es superficial y carece de fijación de enemigo, al principio cuesta coger el truco a la colocación de bloques.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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