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Super Mario Odyssey

Super Mario Odyssey - primeras impresiones

Ponte la gorra, pero no la aprietes demasiado, porque vas a tener que sacarla a pasear muy a menudo.

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Oh no, es Bowser, ¿qué se propondrá? Tras secuestrar a la Princesa Peach doscientas once veces (las hemos contado), se ha escapado con ella del Reino Champiñón y tiene planes que van más lejos que nunca: ahora va a desposarla. Así que empieza a hacer las maletas porque el fontanero más famoso del mundo nos lleva con él de viaje por todo el mundo en busca de su compañera de la realeza. Super Mario Odyssey nos va a contar ese tour en un regreso a los escenarios de mundo abierto a lo Super Mario 64, con muchas temáticas distintas para visitar.

Por el momento conocemos seis, entre los que están uno ambientado en la comida y otro de estilo prehistórico. En cada uno de ellos nos vamos a encontrar con personajes extraños NPC, enemigos, misiones secundarias y minijuegos para un ratito. Nosotros tuvimos la oportunidad de jugar en Tostarena (nombre en inglés), una zona del desierto con un pueblo y muchos esqueletos. Desde el principio, el mapa nos decía cuál era el punto al que teníamos que ir para completar la misión, pero no podíamos dejar de distraernos y perdernos para explorar por nuestra cuenta. Correr, saltar y hacer volteretas para recorrer metro a metro de este mapa en busca de coleccionables. Gente con la que hablar, tiendas en las que comprar y unos miradores inventados en los que detenerse sobre la marcha. La exploración por este entorno es muy buena gracias al equilibrio entre el espacio, el contenido y el diseño de las plataformas.

Los mundos están conectados entre sí por un espacio central que ya vimos el primer día, New Donk City. Es la representación más fiel de la realidad que nos ha ofrecido un juego de Super Mario nunca, con calles repletas de humanos más o menos realistas, vehículos, edificios y parques. Es raro ver a Mario interactuar con la gente, que además es el doble de grande que él. Pero eso es lo de menos porque moverse por ahí y explorar sus rincones también era una delicia. Hay taxis sobre los que rebotar, motos Vespa que hasta puedes conducir y semáforos que se comportan como bloques moneda. Es un espacio nuevo, pero está repleto de referencias a juegos anteriores como el nombre de las calles (Cranky Avenue, Dixie Street) o tiendas como Diddy's Mart.

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Incluso llegamos a ver los andamios rojos que Mario tuvo que escalar en otra época para rescatar a su amada Pauline de las manazas del entonces malvado Donkey pero eso era otra época. Y hablando de Pauline, ¡ha vuelto! La primera damisela en apuros que tuvo que salvar el fontanero ha madurado y ahora es la alcaldesa de New Donk City, además de una gran cantante. A pesar de todo, no se llevan mal. Incluso encarga a nuestro héroe la tarea de reunir una banda de jazz para un festival. En realidad esa era la misión principal de nuestra partida, porque el resto nos lo hemos ido sacando nosotros de la manga metro a metro. El resultado de esta misión lo podéis ver vosotros en el mismo tráiler. De repente, un juego disperso muestra un grado de cohesión inesperado, incluso con la campaña de marketing.

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Aunque en los vídeos parece que siempre estáis viendo las mismas calles, el escenario urbano de Super Mario Odyssey es inmenso, sobre todo comparándolo con los mapas que suele visitar el fontanero. Están repletos de áreas ocultas y de secretos escondidos a los que acceder a través de las clásicas tuberías verdes o de teletransportes. En estos espacios más acotados Mario se enmienda a sí mismo para volver a sus raíces de plataformas directos y acción rápida. Para llegar a los ítems más complicados hay que dominar el triple salto, los rebotes contra las paredes o las distancias medidas. Son las Power Moons, que sustituyen a las estrellas de Galaxy o a los Soles de Sunshine.

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No hará falta recogerlas todas para completar el juego, dicen que hay muchísimas, de sobra, pero son necesarias para alimentar la Odyssey, la nave de Mario con forma de gorro que sirve para viajar de mundo en mundo. Dentro de este sombrero volador no hay gran cosa: un armario con una colección de trajes y disfraces de todas las épocas, como el de chef de Yoshi's Cookie, de 1993, o el de safari de Mario's Picross 2. Todo apunta a que la compatibilidad con todos los amiibo va a tener que ver con esto, porque ya sabemos que los oficiales aportan los trajes de boda.

Mario no va a estar solo durante todo este tiempo, porque se le ha sumado un coprotagonista que probablemente ya conozcáis, Cappy. Es un ser con la habilidad de transformarse que generalmente toma la forma de su gorra roja, pero que también le ayuda a convertirse a él en todo tipo de criaturas y objetos, la gran sorpresa de la presentación del E3. Si escoges control por movimiento se lanza con uno o dos Joy-Con, aunque también se puede manejar con botones. Nintendo recomienda el primer modo, que permite escoger orientación y funciona bien. Es suficientemente sencillo como para no meterte en un lío, y más divertido que pulsar un botón. Además, es la puerta al cooperativo, con un jugador controlando cada personaje.

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El poder más importante de Cappy es esa captura de otros personajes para tomar sus cuerpos, que funciona tanto con aliados como con enemigos. ¿Has deseado durante años ver a un Goomba con gorra y bigote? O un árbol, o un tanque. Pues todo eso lo vas a tener y en opción jugable. Nosotros capturamos a algunos humanos, y también un Billy Bala con el que ir arrasando por el escenario. Cada criatura, cada transformación, aporta una habilidad distinta, lo que significa que en este juego habrá decenas de opciones de gameplay. Quizá no nos hayamos parado a pensar suficientemente lo que esto significa. En los vídeos hemos visto hasta un T-Rex, así que la guinda será que haya situaciones únicas para todas y cada una de las transformaciones.

Ya sea por las habilidades de Cappy, por el diseño de los reinos o por los secretos que aguardan escondidos en los mapas, lo que está claro es que Super Mario Odyssey va a estar repleto de sorpresas. Nos llegó a dar la misma sensación de libertad y descubrimiento que The Legend of Zelda: Breath of the Wild, con esos paseos sin rumbo tan disfrutones. Como cuando de repente nos vimos atrapados en un plano 2D, jugando una especie de pantalla clásica 8-bits. Mucha imaginación, un gran nivel de detalle y, aparentemente, mucho contenido. Ha sido un gran primer contacto, ahora toca esperar unos cuantos meses, hasta el 27 de octubre para vivir otra gran aventura con Mario.

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ANÁLISIS. Autor: Sergio Figueroa

Mario se ha convertido en un maestro del disfraz y de las tranformaciones en su vuelta a los plataformas 3D de mundo abierto.



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