Análisis de Hitman: Marrakesh

Antes de saber con exactitud cuánto juego nos daría cada nuevo episodio de Hitman, no estábamos seguros de si íbamos a ir analizándolos a medida que saliesen pero, hasta el momento, siempre hemos tenido algo diferente que decir de cada nueva entrega sobre el extenso y mortal mundo abierto que nos sigue preparando IO Interactive. Así que, tras haber jugado a lo último de este estudio, aquí estamos de nuevo para contaros nuestra última aventura en la piel del agente de la cabeza pelada.

Nos divertimos bastante con el episodio inicial, en las misiones de entrenamiento y en la noche que pasamos en París, y, sin duda, nos encantaron nuestras vacaciones en Sapienza. En esta entrega cambiamos de aires y nos vamos a la ciudad marroquí de Marrakech, donde la exuberancia y lo absurdo, tan característicos de Sapienza, han quedado atrás. En su lugar, esta misión tiene un tono más oscuro y está perfilada con intriga política. Por un lado, un banquero se ha atrincherado en el consulado sueco tras haberse escapado de un convoy blindado cuando se encontraba de camino a un juicio en el que sería juzgado por robarle dinero al pueblo marroquí. Por el otro, un militar está al mismo tiempo intentando iniciar un golpe de estado y borrar del panorama al frágil gobierno del momento. Como nos adelantan durante las instrucciones, esta red de engaño es un barril de pólvora política, y las cosas se están calentando.

Evidentemente, el Agente 47 (y, por ende, tú) va a verse envuelto en los acontecimientos que rodean a este contrato doble. Sin embargo, en lugar de acelerar las cosas e iniciar una revolución, tendremos que tomar medidas preventivas, eliminar al banquero y a su benefactor militar y evitar que le prendan fuego al barril de pólvora. Es un asunto delicado que requiere un bisturí, no un mazo. Por suerte para todos, 47 es la herramienta más afilada de toda la caja.

Marrakech es una ciudad en la que reina el ajetreo. No está tan centrada en el espacio interno como París y es más abierta que el serpenteante centro de la ciudad de Sapienza. En ese sentido IO Interactive se merece una palmadita en la espalda por el gran trabajo de mantener una buena y variada estructura de niveles. Más allá del diseño y de la estructura, la ambientación norteafricana conlleva que también haya diferencias visuales. El aspecto es magnífico y los distintos lugares están llenos de detalles. La mayor parte del mapa la ocupa un concurrido mercado, pero también hay callejones que desembocan en áreas más pequeñas, así como bulliciosas protestas fuera del consulado sueco. Es un 'sandbox' soleado y lleno de polvo que capta a la perfección la atmósfera del momento gracias a la fuerte presencia militar. O casi a la perfección.

Con esto queremos señalar que no hay acentos regionales. Ni en el mercado, ni en ninguna de las calles que se alejan de este: ningún soldado o comerciante suena como un marroquí. Sí que había un extraño acento sueco en el consulado, pero es todo lo que nosotros hemos podido escuchar. Esto también había sucedido en Sapienza y en París, pero en esos casos puedes razonarlo más o menos. No obstante, en este escenario resulta bastante extraño y mancha en cierto modo la atmósfera que se ha construido con tanto cuidado. Da la sensación de que estás caminando por el set de rodaje de una película, en lugar de por un lugar real, sobre todo cuando te hablan extraños y ninguna de sus voces suena como si perteneciese a ese lugar.

Tampoco es que sea un error fatídico, pero no está bien y desmerece lo que sería de otro modo un escenario 'sandbox' extraordinario. Con todo, si puedes pasar eso por alto y concentrarte en los aspectos positivos, hay dos grandes asesinatos en la misión 'Una Jaula Dorada' y con ambos puedes experimentar posibilidades bastante interesantes (sobre todo con el banquero sueco). También hay un Contrato de escalada que incluye otras cinco misiones por niveles en las que tendrás tiempo suficiente para pensar.

Además de todo esto, desde la última vez que escribimos sobre Hitman se han creado dos Objetivos Escurridizos (uno no lo intentamos y el otro se nos escapó, algo que el juego se encarga de recordarnos cada vez que lo arrancamos) y ahora hay también disponibles treinta Contratos de Escalada. De este modo, si combinas todo esto el juego te ofrece una cantidad increíble de 'rejugabilidad'. Esto sin mencionar las misiones generadas por el jugador, las cuales alargan las cosas todavía más.

Vamos a ir al grano porque, básicamente, Hitman se mantiene igual en cuanto a mecánicas y no tenemos mucho más que decir en ese sentido. Makarresh es otro divertido mundo abierto 'sandbox' en el que podrás jugar y explorar y, a pesar de que le falta ese sello de autenticidad por culpa de la frustrante decisión de diseño del sonido, todo lo demás contribuye a crear otra gran entrega para los fans del Agente 47.